viernes, 29 de mayo de 2009
Tus anteojos
Encendí la hornalla para calentar un poco de agua y hacer tiempo antes de salir a la escuela cuando un chirrido de madera me encontró desprevenido y mi mano soltó la pava que calló mojando el suelo y las suelas de mis zapatos. Me asomé al comedor. La mesa de algarrobo temblaba de miedo. Tus anteojos se abrieron como un cofre sellado durante siglos por algún tenebroso sortilegio y entre luces y fuegos de artificio una pequeña pajarita en llamas se disparo hacia el techo y comenzó a volar en todas direcciones quemando las cortinas, tiznando el cielo raso y haciendo estallar los vidrios. Agarré el teléfono y, mientras marcaba el número de los bomberos, la pequeña ave flameante, sin aviso alguno, se metió en uno de mis orificios nasales y sin hacer escala en la laringe o en la traquea bajó directo a mis pulmones.
No sé como explicar lo que pasó a continuación. Fue como un sueño, estábamos los dos en mi cuarto, igual que la noche anterior, la luz tenue del velador, el humo de los cigarros, el olor a transpiración, pusiste tu mano sobre la mía, me distes un beso en la mejilla y mirándome a los ojos me dijiste que la vida, por momentos, te hacia sentir inmortal. Yo sentí que las células de mi cuerpo se dilataban y se humedecían y un calor creció en mi estomago, se expandió por todos mis órganos y tejidos y sin saber que hacer, te abrasé.
Todo esto pasó muy rápido, enseguida me encontré otra vez en el comedor con las zapatillas húmedas. Tus anteojos estaban sanos como siempre sobre la mesa inmóvil, las cortinas estaban intactas, el techo blanco, los vidrios firmes y la pequeña pajarita flameante ahora era una simple calandria indiferente y saltarina comiendo las migas que quedaron de la ultima comida debajo la silla.
La calandria vive en mi casa desde aquel día y cuando estoy descansando viene volando y se apoya en mi mano o me dice al oído que la vida, por momentos, la hace sentir inmortal.
Con la nota te mando los lentes en un paquete y me gustaría que cuando pasemos otra noche juntos, quien sabe si por misterio o porque la suerte me tienda la mano, te vallas y vuelvas a olvidar tus anteojos.
Marcelo Salamida
sábado, 23 de mayo de 2009
El niño yuntero
Nace, como la herramienta,
Entre estiércol puro y vivo
Empieza a vivir, y empieza
Empieza a sentir, y siente
Contar sus años no sabe,
Trabaja, y mientras trabaja
A fuerza de golpes, fuerte,
Cada nuevo día es
Y como raíz se hunde
Me duele este niño hambriento
Le veo arar los rastrojos,
Me da su arado en el pecho,
¿Quién salvará a este chiquillo
Que salga del corazón
jueves, 21 de mayo de 2009
Llevo un cúmulo de estrellas
polvo y niebla en el alma.
En mi cuerpo, en mi pecho,
hay algo ajeno en todo esto
como una enfermedad de mis huesos
Y saldrá de mí la cura:
Se escapará de mi boca,
se meterá por la tuya
y llegará por tus ojos
al centro de mi herida
miércoles, 20 de mayo de 2009
Almita blanca y compañera
¿De que manera he de quererte?
Voz silenciosa indescifrable.
¿De que manera he de escucharte?
Milagro que algún día
vuelvas sigilosa y retozando,
saltes sobre mis piernas
y me cuentes tu vida.
Si sufres penas o si las olvidas,
si tienes frió o te falta comida,
si alguien te duele o te lastima,
lo que oyes, lo que sientes, lo que miras.
Perdona si has venido
y me has contado tu vida.
Perdóname en ese caso
no es de mí que no te entienda.
Es lindo verte y pensarte:
Tienes en tu pelo y en tus ojos
muchas dudas y respuestas.
Te quiero almita, quiero que lo sepas
martes, 19 de mayo de 2009
Umbrío por la pena...
Sobre la pena duermo solo y uno,
Cardos y penas llevo por corona,
No podrá con la pena mi persona
lunes, 18 de mayo de 2009
Mario Benedetti
Por qué cantamos
Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo era una cueva de ladrones
los aires ya no son tan buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
y usted preguntará por qué cantamos
si los nuestros quedaron sin abrazo
la patria casi muerta de tristeza
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes que estallara la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos
cantamos porque el río este sonando
y cuando suena el río, suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino
cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos
Si fuimos lejos como un horizonte
si aquí quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro
usted preguntará por qué cantamos
cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota
cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta
si alguna vez
si otras veces
pero hagamos un trato
es tan lindo
Una mujer desnuda y en lo oscuro
Una mujer desnuda y en lo oscuro
Una mujer desnuda y en lo oscuro,
sábado, 16 de mayo de 2009
Especial Día de la Música
El aplauso de una sola mano
Decir Wittgenstein hoy remite en forma automática al inclasificable Ludwig, el único de los filósofos del siglo veinte que subordinó su pensamiento a su ética (a tal punto de que en su juventud renunció a una herencia equivalente a trescientos millones de dólares de hoy, además de abandonar cinco veces en su vida la filosofía para ser, sucesivamente, soldado raso en la Primera Guerra, maestro rural en Austria, jardinero de un monasterio en Suiza, enfermero en Londres durante la Segunda Guerra y, por fin, solitario habitante de una precaria cabaña en los confines de Irlanda). Ludwig W revolucionó dos veces la filosofía: primero de jovencito, con un libro de setenta páginas (el Tractatus Logico-Philosophicus) y treinta años después con sus abrumadoras Investigaciones filosóficas, publicadas póstumamente y hasta el día de hoy no entendidas del todo por nadie. Razón por la cual me permito sospechar, se ha escrito tanto sobre su vida (ningún otro filósofo de nuestra época ha despertado tal afán biográfico: ni siquiera Heidegger, con sus amores por el nazismo y Hannah Arendt). Es tanto lo que se ha dicho sobre Ludwig W que yo prefiero hablarles de su hermano Paul.
Paul Wittgenstein inició su carrera como concertista de piano en 1914 (su despótico y millonario padre había muerto el año anterior, permitiéndole ser artífice de su propio destino, cosa que no pudieron hacer los tres hermanos mayores, que terminaron suicidándose antes de cumplir los treinta años, los tres). Convocado a filas por el inicio de la Primera Guerra, Paul recibió una descarga de metralla en el brazo derecho en su tercer día en el frente y cayó prisionero de los rusos, quienes además de amputarle el brazo en un hospital de campaña lo enviaron al mismo campo en Siberia donde Dostoievski ambientó su Casa de los Muertos. A pesar de las penurias, cuando fue liberado y volvió a Viena, Paul se encerró en la mansión familiar (en cuyos salones había siete pianos de cola), tomando como ejemplo al gran organista ciego Josef Labor y al conde Géza Zichy, un pianista manco húngaro que escribió un libro de consejos para aprender a vestirse y a abrir ostras con una sola mano, entre otras cosas. Paul pasó meses enteros dedicando siete horas diarias al estudio hasta que logró tocar con una sola mano lo que para muchos pianistas de dos manos era imposible. “Mi pulgar izquierdo hace el trabajo de la mano que me falta”, se limitaba a decir. El problema era otro: la falta de repertorio.
Su fortuna personal le permitió resolverlo. A diferencia de su hermano Ludwig, Paul había aceptado gustoso sus trescientos millones de herencia y se dedicó a dilapidarlos alegremente pagando sumas estrambóticas para que músicos de la talla de Ravel, Prokofiev, Britten, Hindemith o Richard Strauss le compusieran especialmente obras para una sola mano. Los compositores comprendían pronto por qué recibían ese pago: Paul hacía los cambios que se le antojaban en la partitura cuando sentía que la orquesta opacaba su performance. Y, como el pago incluía los derechos exclusivos de ejecución, si no le gustaba la pieza la archivaba sin contemplaciones. Fue lo que ocurrió con el concierto que le escribió Hindemith en 1923 (descubierto en un desván de Long Island ochenta años más tarde y estrenado por Leon Fleisher en Berlín en 2004) y con el que encargó a Prokofiev (el pianista Siegfried Rapp, que había perdido el brazo derecho en la Segunda Guerra, logró en 1956 que la viuda de Prokofiev le consiguiera una copia de la partitura y tocó el concierto en público, para furia de Paul, que le hizo juicio y se lo ganó). A Strauss le devolvió una pieza argumentando que no era suficientemente brillante (éste debió entregar una segunda obra, la endiablada Panathenaenzug, para conformarlo). A Ravel lo hizo viajar a Viena y le pidió explícitamente una pieza que al público le sonara “tan completa y cristalina como una obra compuesta para dos manos”. El hoy clásico Concierto para la mano izquierda se estrenó en la Sala Pleyel de París en 1933, con Paul al piano y Ravel al frente de la orquesta. Todas las críticas mencionan que Ravel parecía mucho más nervioso que Paul cuando saludaron antes de tocar.
Era difícil decir si las audiencias que aplaudían a Paul premiaban a un gran concertista o a un asombroso minusválido. Los miembros de su familia, cuyos gustos musicales eran más exigentes que los del público medio, nunca fueron especialmente enfáticos. Una de las hermanas mujeres, Hermine escribió: “Oírlo tocar es una tortura que me deja sumida en la más oprimente tristeza”. Pero el criterio de Hermine no es del todo confiable, teniendo en cuenta que tanto ella como su hermana Gretl simpatizaron con Hitler desde un principio (los nazis les dieron estatus de semi-arias a cambio de todos los activos de la familia en los territorios del Reich; en el libro The House of Wittgenstein, Alexander Waugh calcula que esa “donación” ascendía a seis mil millones de dólares y financió la industria armamentista nazi los primeros tres años de guerra).
Las performances de Paul empeoraron con el paso de los años hasta que dejó de presentarse en vivo. Las únicas grabaciones que dejó son, según unánime opinión, de muy escaso valor. Aunque en su exilio norteamericano nunca logró que le permitieran enseñar en el Conservatorio, tuvo hasta su muerte alumnos particulares, muchos de ellos becados, y minusválidos como él. Su esposa Hilde, que era medio ciega, había sido alumna suya en Viena. Paul tuvo tres hijos con ella (el primero concebido la misma tarde en que Hilde tomó su primera lección, cuando ella tenía dieciocho años y Paul cuarenta y siete). Como Hilde no era judía, Paul había sido acusado de “degeneración racial” y tuvo que dejar Austria de apuro en 1938. Su mujer y sus hijos lo siguieron año y medio después. Allí los instaló en una casa en Long Island y los visitaba durante los fines de semana (ellos sólo podían ir a su departamento de Manhattan si avisaban con anticipación y no podían quedarse a dormir).
Cuando Paul llegó casi con lo puesto a Nueva York y sin su valet de toda la vida, dejó toda la ropa sucia tirada junto a la puerta de su habitación de hotel. Cuando ésta desapareció, debió quedarse dos días sin salir, tapado con una manta, haciendo las entrevistas para contratar un ayuda de cámara. Uno de los aspirantes se ofreció a bajar a Bergdorf-Goodman y traerle ropa si Paul le decía su talle. El confesó que desconocía tal información: nunca en su vida había comprado ropa en un negocio. Todo su guardarropa, incluso sus zapatos, eran hechos a medida.
Cuando Ludwig y Paul eran jóvenes y vivían en la mansión de la familia en Viena, Paul interrumpió un día sus ejercicios de piano para golpear la pared que daba a la habitación vecina, donde Ludwig escribía en silencio. “¡Cómo pretendes que toque el piano con tu escepticismo colándose por debajo de la puerta!”, le gritó. Ludwig no contestó. Estaba demasiado concentrado en su Tractatus Logico-Philosophicus, del cual hizo una sola declaración en toda su vida: “Es un libro que consta de dos partes: la aquí presentada y lo que no escribí. Justamente esa segunda parte es la más importante”. Cada vez que leo esa frase pienso en el famoso koan zen (“Conocemos el sonido que hacen dos manos al aplaudir. Pero ¿cuál es el sonido del aplauso de una sola mano?”) y me pregunto cuál de los dos hermanos Wittgenstein logró acercarse más a la respuesta.
viernes, 15 de mayo de 2009
Como una canica
Adentro habia una canica y mi se me ocurrio escribir esto:
lunes, 11 de mayo de 2009
El Payaso Ortopedia
Voz: Diego Ortopedia
Bateria: Dani Depetri
Bajo: Matipe
1ra Guitarra: Diego Baso
2da Guitarra: Jobato
Teclado: Lechu
Timbaletas: Pato
Percusión: Tito
Saxo: El Gonchi
viernes, 8 de mayo de 2009
Debate en la escuela
Quiero contar una actividad que realizamos hoy (Viernes 8 de Mayo) en el Instituto Secundario Martín Coronado.
Hoy hicimos un debate sobre "La Violencia en la Historia". La idea surgio en el último Encuentro Literario que se llevo a cabo en la biblioteca de la institución con la coordinación de Javier, el bibliotecario. Contamos con la participación de Emanuel (ex alumno), otro ex alumno (que no me acuerdo el nombre!), Susana, Javier y yo.
Cada participante trajo un texto corto que sirvió como disparador del debate sobre violencia.
Estubimos varias horas discutiendo, contando historias, contando nuestras ideas, aprendiendo y sacando conclusiones. Mate y bizcochitos de por medio.
Una conclusión que saqué fue la siguiente:
En todos los hechos violentos (agresivos) que comentamos, el hombre (cuando digo "hombre" también me refiero al varón y a la mujer, vale aclarar) utilizó la violencia como herramienta para la defensa. Desde la defensa de la vida misma hasta la defensa de un pensamiento, una idea, un interés, una bien material, un derecho, una postura, un lugar en un grupo social, etc. Ya sea desde un sector social poderoso, opresor y autoritario hasta un sector oprimido, excluido y democrático.
Personalmente no creo en la No-Violencia. Y cuando hablo de "violencia" no hablo solamente de violencia física si no también de violencia psicológica, simbólica, económica y todas las que se les ocurran. Mis armas son la pálabra, la música, el amor y mis conocimientos. Con ellas puedo ejercer, entre infinitas manifestaciones, la violencia. Y apunto mis armas hacia los enemigos del pueblo y de la revolución.
Desde mi condición de sujeto transformador de la realidad, fomento la palabra, el arte, el amor, el debate, el estudio y la unión como las armas para luchar por el nuevo mundo.
Y si me permiten, a los que llegaron hasta este punto de la lectura, les quiero pedir su opinión y como dice Yupanqui "Que no se quede callado quien quiera vivir feliz".
Gracias!
Marcelo Salamida
domingo, 3 de mayo de 2009
...
Tengo una mujer atravesada entre los párpados.
Si pudiera, le diría que se vaya;
pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
Eduardo Galeano
viernes, 1 de mayo de 2009
El camino de los sueños lleva a la Colonia Primavera

:: Un colectivo de artistas docentes del conurbano bonaerense llegó para el Primer Encuentro Cultural en aula satélite de la escuela
El Soberbio. A partir de un encuentro, en el Hotel Bauen recuperado por los trabajadores, con el mítico compañero del Che Guevara en su iniciático viaje en motocicleta por caminos de Latinoamérica, Alberto Granados, se fundó un colectivo de artistas docentes que realizan trabajos de contención en el conurbano bonaerense. El nombre que eligieron para llevar a cabo semejante empresa, la de tirar cables a tierra en medio de la urgencia y el desamparo, fue El Camino de los Sueños.
Hoy, parte de ese numeroso grupo está en Misiones. Laura Mercado y Alejandro Carrizo (artistas, psicólogos sociales, ideólogos y fundadores, ambos de La Matanza), Nino Monfrogio (músico de San Telmo, ciudad autónoma de Buenos Aires), Omar Federico (músico, de Valentín Alsina), Matías Pereira Seddon (guitarrista, San Telmo) y Marcelo Nicolás Salamida (músico, de Ciudad Jardín), llegaron para asistir a tres jornadas enmarcadas en el 1º Encuentro Cultural del año en Colonia Primavera.
Se trata de una reunión que se inició ayer y que durará hasta el domingo, en la que el juego con los chicos, el arte y los talleres, serán ejes de la convocatoria en la humilde Aula Satélite Educación para las Primaveras, ubicada en la ruta Provincial 15, en el kilómetro 16, dependiente de la Escuela Provincial 373 de El Soberbio.
Todo el encuentro está planeado por el único docente que trabaja en ese espacio de madera y techos de chapas de cartón, Martín Cornell, edificio que ampara la educación de niños de la zona gracias a que los padres se pusieron manos a la obra (aquellos que deseen colaborar pueden ingresar a http://www.desdelatierraroja.blogspot.com/ o llamar al 03755 15652 956).
El nexo entre El Camino de los Sueños y el aula satélite Educación para la primavera fue el cantautor Joselo Schuap, que conoció a los artistas-docentes en una actuación que brindó en La Boca, hace dos años.
“Nuevamente renace la idea de seguir realizando un trabajo de acercar la cultura a las zonas rurales, como la nuestra, siempre tan marginadas en éste y otros tantos aspectos, de seguir compartiendo y aprendiendo unos de los otros para enriquecernos con nuestras diferencias” comentó Schuap, que hoy estará tocando en Colonia Primavera. Agregó que todo esto sirve “para construir las herramientas que nos permitan luchar con alegría para construir entre todos un mundo mejor, más bello y digno de ser vivido. Como dicen los compañeros de El camino de los Sueños, soñar otros mundos posibles, y verlos concretados luchando desde el amor y junto al otro”.
“Realizamos tareas de apoyo educativo, talleres artísticos, con pibes de hogares muy humildes. Otro mundo es posible, sólo hay que hacerlo posible” remarcó Laura Mercado. En tanto, Alejandro Carrizo detalló que vienen recorriendo el país, que el lanzamiento del proyecto se dio en el espacio porteño La Manzana de las Luces, con un público que tenía, entre otros, al Chango Farías Gómez y el Dúo Coplanacu.También relató que viajaron a apoyar al gobierno de Evo Morales, el año pasado, cuando estuvo siendo acosado por la medialuna rica boliviana, en medio de la denominada Masacre de Pando.
“Estuvimos con Evo y ahora cuando visite el país, en días muy próximos, nos encontraremos nuevamente”.